Para las crónicas continentales, la noticia de ayer es que Ámsterdam ganó la carrera para acoger la sede de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) que dejará sus oficinas de Londres como consecuencia de la desconexión del Reino Unido de la Unión Europea. Para los españoles, lo que sucedió es que una candidatura extraordinariamente conveniente desde el punto de vista técnico, fue eliminada a la primera de cambio a causa de la inestabilidad política causada por el sarampión independentista. La candidatura de Barcelona recibió 13 votos en la primera ronda, aún menos que Bratislava, y fue eliminada en la primera ronda. También Bruselas y Lille (Francia) fueron eliminadas. Dublín, Malta y Zagreb se habían retirado antes de empezar la votación y solo pasaron la primera ronda Milán, Ámsterdam y Copenhague. Al final quedaron solo Milán y Ámsterdam y a falta de desempates por votación, la decisión se tomó por sorteo en favor de la principal ciudad de Holanda.
Todos los responsables políticos españoles que asistieron al Consejo de Ministros de Sanidad manifestaron su agradecimiento explícito a todos los escalones de la Administración que colaboraron en la preparación y la defensa de la candidatura, pero al final, nadie ignoró que la convulsa situación política en la capital catalana ha sido sin duda la mayor fuente de descrédito para una propuesta que reunía todos los requisitos y que antes del estallido del movimiento independentista era la opción favorita para los trabajadores de la agencia. La ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, intentó no hacer demasiada sangre en sus declaraciones, pero al final tuvo que admitir que el fracaso es uno de los «daños directos» que ha causado el desafío independentista en Cataluña. «Me atrevo a decir que este es quizá uno de los daños directos que nos ha podido llevar el independentismo a Cataluña, pero que ahora, más que nunca, todos juntos tenemos que trabajar unidos para continuar en este gran proyecto que es Europa y que es España. Realmente, la división y la segregación no nos llevan a ninguna parte. Hemos visto alguno de los efectos negativos a los que nos puede llevar la división y la segregación».
La ministra insistió en que el Gobierno «ha remado con mucha fuerza y en la misma dirección» y lamentó que «otros», en referencia a las fuerzas independentistas, no se hayan sumado con el mismo esfuerzo. Todo lo más ha tratado de distinguir entre los dirigentes políticos de la Generalitat y los «servicios» técnicos de la administración autonómica catalana y el Ayuntamiento de la ciudad. Montserrat se declaró «triste» como española y catalana porque se haya perdido una oportunidad «única» para la industria farmacéutica y para el entorno sanitario y universitario en España y que a pesar de que Barcelona era «objetivamente el mejor» emplazamiento, ha sido el ambiente creado por «los que quieren romper Europa» la causa de su descrédito.
El secretario de Estado para Asuntos de la UE, Jorge Toledo, que acompañaba a Montserrat en este Consejo, fue mucho más tajante al recordar que si «2.500 empresas abandonan Cataluña, no es la mejor forma de llamar a una agencia».